Mision 1 - Nara Kaonashi

Habían pasado ya un mes, 2 semanas y 3 días desde que te habían nombrado Gennin en la ceremonia de graduación y aún no te habían encomendado ninguna misión digna de ti. Pero quien cuenta los días y las horas mientras el invierno estaba cada vez más cerca?.

Te encontrabas en el salón comedor, en la fila para servirte de comer mientras las tripas te gruñan, el olor de la comida era fuerte, cargada de especias y con un aroma a carne azada que podría hacerle agua la boca a cualquiera.

- El siguiente!

La voz de la cocinera era tan impaciente como siempre, aunque claro, después de todo, quien no estaría imapciente si tenía que soportar los gritos de 10 o 15 chicos todos los días mientras devoraban como cerdos aquella comida.

- El siguiente!!

La voz volvió a sonar, era tu turno, la cocinera levantó un cucharon cargado con un guiso de carne y colocó el alimento en tu plato.

- El siguiente!!...

Se me hacia agua la boca, con simplemente cargar aquella bandeja, respiraba profundo, inundando mis pulmones con aquel deleitante aroma a la comida caliente y llena de especias.

me voy retirando de la fila mientras cargo con la bandeja, caminando lentamente hacia una de las mesas mas apartadas del salón, desde allí, puedo ver todos los chicos hablar y comer, el ruido es bastante molesto, pero puedo sumergirme en mis propios pensamientos mientras me alimento con ansias de este plato.

mientras como, me gusta mirar las sombras que se producen con los movimientos de los platos, de todos los objetos que me rodean, ellas son mejor compañía que cualquiera de los otros chicos molestos y charlatanes que hay en la vuelta.

Mientras te dirigías hacia la última mesa de la sala, con la bandeja cargada de alimentos y con sumo cuidado de no tirar nada al suelo, algo te golpea desde atrás, como si otro chico te hubiera pechado.
El impacto hace que te balancees hacia delante y que el plato con el guiso se volcara por completo contra el suelo...

-L-l-lo siento chico, debo irme...

Un muchacho un tanto más alto que tú y casi tan flaco, te pedía disculpas mientras se alejaba corriendo en dirección a la puerta, no habías podido ver quien era, pero tenía un tatuaje en forma de cuervo tatuado en su cabeza, que rapada, dejaba ver todo su cuero cabelludo.
El guiso se había echado a perder, todo el mundo decía que era mejor morirse de hambre a comer algo que hubiera caído en el piso de ese comedor...

Veía como caía mi bandeja con la comida y no podía hacer nada para evitarlo, es mas, era como si el tiempo corría en cámara lenta para hacerme sufrir viendo como se volcaba toda mi comida en el piso.

Miro hacia atrás, en búsqueda de quien había sido aquel que me empujo y logro verlo, corriendo hacia afuera, apenas me giro y levanto una mano señalándolo.

-Detente.

con gran esfuerzo, intento hacer uso del "Kagemane no jutsu", intentando así atrapar a aquel que me derribo, por lo tanto miro fijamente al chico con el cuervo en la cabeza, y con las mano en alto empiezo a hacer los sellos del Kagemane y asi dirigir las sombras hacia su cuerpo, pero no con intenciones de matarlo, sino únicamente de humillarlo, de la misma manera que el lo hiso con migo.

El muchacho no parece escucharte ya que sigue corriendo hacia la salida, al parecer, a nadie más le parece importar...
Luego de los sellos correspondientes, realizas el Kagemane, pero el muchacho está lejos de tu alcance y cuando la sombra llega hasta la puerta, el muchacho ya la había atravesado algunos segundos antes...

Miro hacia atrás al plato de guisantes derramados en el piso y miro rápidamente hacia la puerta, como no me queda otra opcion salgo corriendo hacia afuera siguiendo al chico del cuervo en la cabeza.

Luego de ver aquella comida derramada, sales corriendo en dirección a la puerta, estaba a unos 20 pasos, esquivas a un par de chicos que por los pelos no corren tu misma suerte y entonces abres la puerta de un golpe.

El día estaba aún nublado, un gélido aire recorría la calle y la gente iba abrigada de pies a cabeza, era la mitrad del otoño, pero el frío hacia parecer que fuera la mitad del invierno. Los árboles estaban perdiendo sus hojas que ya se encontraban en tonos cobrizos, marrones y amarillentos. Mientras intentas localizar al muchcacho con el tatuaje de cuervo, te encuentras con que a un par de puertas del comedor publico hay un par de personas en el suelo, recogiendo lo que parecen ser víveres de las compras.

voy corriendo cuan rápido puedo hacia las personas que se encuentran en el suelo, observo mis alrededores en busqueda de mi objetivo y mientras pregunto a las personas si no lo vieron pasar.

me agacho mientras miro hacia la lejanía buscándolo y ayudo a las personas a recoger sus víveres con gran torpeza por no prestar atención a lo que hago.

Las personas eran una pareja de adultos, un tanto viejos, que ya habían comenzando a levantar las cosas cuando llegaste, ambos iban bastante abrigados, y en sus cabelleras se dejaban ver unas cuantas canas.

- Ese chico insolente, se fue hacía el Este, muchas gracias chico por tu ayuda.

Quien habia hablado era la señora, tenia el pelo a la altura de los hombros y llevaba un gorro hecho de piel de zorro. ambos eran de complexión mediana, pero al levantarse, tu les llegabas por la panza.

- Jajaja, vamos no seas tan gruñona Tsukiko, desués de todo son solo niños, tu y yo corriamos despreocupados tambien por estas mismas calles, o ya lo haz olvidad??

El señor era mayor, un poco más gordo que ella y tenìa una larga y frondosa barba gris.
Al terminar de levantar las cosas ambos te saludaron y siguieron su camino.

Miro hacia el este, hacia el horizonte y comienzo a correr a toda velocidad con intención de alcanzarlo

Comienzas a correr en la dirección que te indicaron, al cabo de unas pocas cuadras pierdes todo rastro de a donde puede haber ido ya que llegas a un callejón sin salida.

- Nara Kaonashi... Estás algo apartado del comedor, que haces en este lugar?

La voz era la de tu antiguo profesor de academia, un muchacho del doble de tu altura, algo flaco y con cabello rubio. EN su cara se dibujaba una pequeña sonrisa al verte...

-sensei daisuke! yo... mi comida sensei, un chico me la tiro al piso y lo segui hasta aqui, tenia un cuervo en la cabeza.

los ojos de kaonashi se empiezan a llenar de lagrimas.

-por que a mi me pasan estas cosas sensei, por que siempre soy yo del que se ríen, con el que nadie habla, por que sensei, por que!

aprieta los puños de su mano izquierda llena de vendas blancas y con la otra se seca las lagrimas.

-tenia hambre sensei, tenia mucha hambre y tiraron mi comida.

sigue repitiendo en voz baja...

Pasan unos segundos, sus pupilas se dilatan y su corazón casi que se detiene por un momento, el rostro de Kaonashi se transforma rápidamente en una mirada fría y una expresión indiferente...

-Daisuke sensei, lo siento mucho, no volverá a suceder.

Kaonashi se da media vuelta y comienza a caminar en camino a los baños termales, uno de sus lugares preferidos. De camino imágenes de una pesadilla recurrente invaden su cabeza...

 las sombras opacan su camino, lo único que se puede ver frente a el son dos ojos rojos grandes, enojados, estos ojos comienzan a sangrar y debajo de ellos una boca esboza una malévola sonrisa que emite una risa macabra.

-Que grande que estas Kaonashi, cuanto has crecido ya...

-qui... quien eres... que quieres...

-No me recuerdas Kaonashi? Tan rapido te olvidaste de mi? el niño perdido, el abandonado? hijo del gran clan nara, dueño y amo de las sombras... me avergüenzas Kaonashi Nara, no eres digno.


Los ojos de Kaonashi se llenan de terror, pues esta es la maligna figura que hiso desaparecer una ves a su pequeña amiga kaori. Los brazos de Kaonashi se tensan de terror, gotas de sudor helado caen por su frente, esta paralizado. La figura se acerca rápidamente hacia Kaonashi, entre la gran oscuridad que lo rodea, se pueden ver dos brazos aun mas oscuros, vacíos, negros. Estos brazos tienen afiladas agarras que desgarran el aire.

-Aléjate! Aléjate por favor! no me lleves!

la figura esta cada ves mas cerca de kaonashi y el, inmóvil indefenso, no puede hacer nada para evitar lo inevitable... las dos garras de la extraña figura se levantan en lo alto y bajan con gran velocidad hacia el pequeño kaonashi que mira aterrado la situación.

En el momento exacto en que va a ser penetrado por la maldad pura, despierta de la horrible pesadilla, parado en un callejón de la aldea, desde donde se ve a lo lejos la gran montaña.

-Aun no es el momento kaonashi, pero pronto lo sera... pronto te reunirás con tu amiguita...

Gotas de sudor caen por el rostro de Kaonashi, aterrado traga saliva y suspira, levanta la mirada y continua caminando hacia  las aguas termales mientras se apoya de las columnas que hay por el camino.

-Debo acostumbrarme a esto...

Luego de recorrer media villa lKaonashi llega a las aguas termales. A media mañana el lugar estaba lleno de gente que buscaba el calor de las aguas. Tanto niños como adultos disfrutaban en los estanques cerrados, mientras algunos valientes estaban en las piscinas exteriores, con el agua hasta el cuello y la cabeza recostada sobre el borde de piedra.

Me dirijo hacia las piscinas exteriores, pues hay menos gente en ellas y me meto dentro, algunos de los que se encontraban ahí se marchan de las piscinas mientras otros cuantos me miran con recelo, yo los miro con un rostro seco, frío, vacío de sentimiento.

-Que aburrido, si no fuera por lo relajante de estas aguas ni siquiera vendría

el tiempo pasa lentamente dentro de las piscinas y mientras me dedico a pensar en las pesadillas que me atormentaron por la tarde, mi estomago cruje de hambre, pero no le doy mucha importancia, miro hacia mi derecha, donde se encuentra mi ropa, sobre ellas hay una pequeña bolsita de tela con unas pocas monedas.

-Espero eso sea suficiente.

hecho un largo suspiro, cierro los ojos y me sumerjo debajo del agua. Debajo del agua, recuerdo el libro, un antiguo libro que según el tío saki dejo mi padre antes de traicionarnos, tal ves allí pueda encontrar información sobre las pesadillas. Saco la cabeza del agua, y respiro.

-Ese libro, donde estará...

- Kukukuku libro? kaonashi-kun no sabía que podías leer...

Por unos segundos la piscina se había llenado de vapor por lo que no se distinguía de quien era la silueta que aprecia frente a ti. Rubia, de ojos color verde y con una picara sonrisa en su fino rostro. Yamanaka Rei estaba parada sobre las aguas termales, con su cuerpo de adolescente a unos escasos pasos de ti. "La Chica de las Mil Verdades" como la conocían a sus espaldas ya que su habilidad para entrar en la mente de los objetivos era casi tan legendaria como la de su padre.

- Kukuku, Koanashi-kun se a quedado sin alieno?

Era hermosa si, pero a su vez letal. Pocos habían escapado a sus interrogatorios y a pesar de su fama, cuando hablaba contigo lo hacía más a modo de chiste que en serio.

- Casi me olvidaba, el Asistente del Kage está reuniendo a los chicos que comieron en el comedor el día de hoy. Al parecer muchos han caído enfermos y todos alegan que tú y otro muchacho han envenenado la comida...

Su rostro se tornó serio de golpe.Sus ojos escudriñaban el rostro de Kaonashi atentos a cada detalle, no había escapatoria...

-¿Creen que yo envenene la comida? si esa es la situación no hay tiempo que perder.

tomo mi ropa, mi monedero y mi shinobigatana y salgo de agua.

-¿Que sucede Yamanaka? ¿creías que me iba a resistir? No tengo nada que ocultar, yo no cai enfermo gracias a un chico que tiro mi comida, ahora creo que debería agradecerle no estar enfermo.

Miro hacia atras y veo a Yamanaka parada observandome.

-Apresúrate, no quiero que el hokage desconfíe de mi.

Termino de colocar la shinobigatana en el cinto y comienzo a caminar en dirección a la mansión hokage.

- Kukukuku, que pasa Kaonashi-kun, acaso tienes miedo de que descubra la verdad? De todos modos, ya he averiguado lo que necesitaba saber. En ese caso, ya que eres el único que puede hablar, el Hokage quiere que atrapes al chico que envenenó la comida...

Dice Rei mientras se coloca delante de ti con un salto mortal y extiende su mano derecha ofreciéndote un pergamino enrollado, con el sello del Hokage aún sin abrir.

La observo mientras tomo el pergamino.

-¿La verdad? ¿que verdad?

mientras continuamos caminando abro el pergamino y lo leo.